Elogio de la creatividad
Si dijera que
es una lectura trepidante, un libro que es puro gancho y valentía, un volumen
lleno de sorpresas, muchos pensarían que hablo de un thriller o de una novela
negra, pero eso es lo que es, entre otras cosas, el reciente Zona de obras, de Leila Guerriero. Me gustan los libros
recopilatorios, los libros misceláneos, porque te ayudan a entender mejor el
articulismo o el ensayismo de un autor, le dan una unidad muy
reveladora, una estructura a su pensamiento. Guerriero ha recopilado sus
crónicas, sus artículos, algunas conferencias y las ha reunido bajo este título
de zona de obras para que veamos la urdimbre del periodismo, para que mejor veamos
qué le pasa por la mente a alguien que ejerce de periodista.
Defensora a
ultranza del periodismo como género literario, como expresión artística, Guerriero aboga también por el trabajo del
lenguaje, por el nutrirse de todas las artes narrativas, por leer mucha poesía y por ver todas las películas que podamos para completar un bagaje que, de lo
contrario, quedaría, por cojo, rezagado. Partidaria del tesón y del trabajo, de
la curiosidad infinita y de tener despierta la mirada, Leila Guerriero nos está
diciendo que no cedamos, que nos carguemos de perseverancia, que no nos
amedrentemos ante las negativas o las dificultades impuestas por el editor de
turno, que, en definitiva, partamos siempre de lo que podría también calificarse como sentido común. Ella dice que el
periodista ha de ser un “gran arquitecto de la prosa”, y estoy de acuerdo; esa autoexigencia
no está reservada para los novelistas. Tenemos que imponernos el mismo reto. Es
autora también de una frase que me ha encantado leer, porque convengo con ella
y porque pensaba que nadie más pensaría lo mismo: “Viajo para leer”. Claro que
sí.
Leyendo el
libro, he tenido la sensación constante de estar ante una de esas lecturas que
deberían ser obligatorias. Como lo de obligatorias suena horrible, creo que es
mejor decir que estamos ante uno de esos libros que a toda persona interesada,
por el motivo que sea, por la rama que sea, en periodismo, le recomendaría leer con fervor. Disquisiciones sobre la escritura. Sobre la actitud. Sobre el
oficio. Sobre la lectura. Sobre el tono adecuado de un texto. Sobre el clima y
el suspense que se tiene que crear también en periodismo. También hay alguna ocasional confesión de medianoche. Como en su texto sobre África, cuando,
hablando de sí misma, dice que viene de una estirpe de frustrados viajeros que
no vieron ni pisaron jamás las tierras de África, y que su padre tiene “la belleza de
un diablo, y su carácter”.
Uno de los
textos que más me han interesado es el que se titula “Periodismo
cultural, o los calcetines del pianista”. Rápido sentencia: el periodismo
cultural no existe. No existe porque lo que sí existe es el tesón, la
perseverancia, la actitud, las poderosas ganas de escribir sobre lo que a
uno le interesa. Aunque cueste. Da igual que sea sobre la obra de un
novelista desconocido o sobre la crisis económica. Eso es periodismo. Otra cosa dice: que un buen
periodista, cultural o no, puede “escribir sobre cualquier cosa”. Entiendo que
se refiere a la actitud, al método de trabajo que te lleva a escribir, si uno
sabe hacer bien las cosas, sobre cualquier tema, por lejano que nos quede. Aquí
no sé si estoy de acuerdo. Yo creo que es más honesto escribir sobre lo que uno
sabe o mejor conoce. Yo no me atrevería a escribir sobre cualquier cosa. Menos si hay prisa de por medio. Guerriero
diría aquí que me falta arrojo, imagino. Pero yo contestaría, con ingenuidad, que es más
honesto, para mí, hablar de un director de cine que conozco que sobre la
exposición de arte que no he visto, que jamás iría a ver. Me puedo documentar
sobre un tema que desconozco, y puedo escribir un texto más o menos interesante,
pero podré afilar más las palabras si conozco el material que describen. Porque me
gustará más escribir sobre ello. Lo haré con mayor interés. Ya no se trata de
poder escribir o no, sino de escribir mejor.
La desmotivación es un factor a tener en cuenta, también.
También dice
algo con lo que estoy de acuerdo y que es puro estímulo creativo para el periodista: que
se pueden adoptar formas narrativas complejas para escribir un ensayo, una
crónica, una crítica. El “stream of consciousness”, por decir uno. (El ejemplo lo
pongo yo). Y me pregunto si podría alguna vez escribir sobre algo Sergio Leone o
sobre Philip K. Dick adoptando esa manera de narrar. (Jordi Costa ya dio ese paso en su aportación al libro colectivo CT o la Cultura de la Transición).
En uno de los
textos critica la actitud apocalíptica, melancólica, de muchos periodistas
sobre su profesión. Consideran que está senil perdida, y que qué lástima, pero
suerte que no me tocó vivir su muerte. Ella condena esta actitud como ya hizo Jordi
Gracia, aunque con menos extensión y menos argumentos, claro, en ·El
intelectual melancólico.
Leila
Guerriero defiende el género por el que se mueve con la misma frescura que el pez en el agua. Con frescura,
con un optimismo motivador y contagiante. Con sentido común.
Comentarios
Publicar un comentario