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Unos párrafos casi al azar

La mujer del cuadro, de Fritz Lang, es un clásico. El final, para muchos decepcionante, tiene, creo, una buena explicación que lo justifica. El público de 1944 -año en que se publica Hijos de la ira, de Dámaso Alonso- estaba necesitado de finales felices, optimistas, alegres, y ver a Edward G. Robinson ahogándose en un pozo sin fondo, como hacía entonces Europa, era un reflejo de lo que ya vivían, una confirmación (más) de que no había esperanza. En cambio, ver que, al menos en la gran pantalla, alguien superaba sus dramas, parecía más sensato y adecuado para esos tiempos porque aliviaba el sufrimiento del público durante un rato.

Seconds, de John Frankenheimer, se maltradujo al castellano -verbo que podríamos inventar- como Plan diabólico. He leído que tiene mucho de Philip K. Dick y estoy de acuerdo, pero creo que tiene mucho más de Kafka. Esa institución fomentadora del absurdo, y esas tomas iniciales, oníricas, nos predisponen a aceptar unas propuestas absurdas, que anulan la individualidad. Como en Kafka. Vemos ecos de esta película en El show de Truman, de Peter Weir, en la reciente The Cabin in the Woods, de Drew Goddard, y, en parte, en Cara a Cara, de John Woo.

Sam Fuller y Dalton Trumbo utilizan el color de la misma manera en Shock Corridor y Johnny cogió su fusil, respectivamente. Así representan el contraste vivaz entre la monotonía enloquecedora de la realidad, rodada en blanco y negro, y el gesto escapista de los protagonistas. Recuerdos felices en Trumbo, y escapismo alucinado en Fuller. El uso del color no es casual ni caprichoso. Inteligente uso del color para transmitir diferentes grados de consciencia.

La composición, en Kubrick, es aséptica. Lo digo como elogio. Las perfectas simetrías, los largos puntos de fuga, la vertiginosa profundidad de campo, y el brillo de los colores forman un todo siempre tan inquietante como magnético. Es uno de los directores con un estilo visual más personal, identificativo, que conozco.


A menudo he mencionado películas veraniegas que transcurren en alta mar. Esto no es una descripción; es un concepto. Como su propio nombre indica, se trata de películas ambientadas en verano que transcurren en alta mar. Para ser consideradas como tal no tienen por qué transcurrir íntegramente en alta mar, pero este sí tiene que tener una presencia, sino decisiva, sí importante en algún tramo de la película. Tampoco es estrictamente necesario que transcurran en alta mar; pueden estar ambientadas, por ejemplo, en una isla desierta o en un pueblo costero. Lo que sí es condición sine qua non es la presencia del verano, de su luz, de sus colores henchidos, de planos abiertos que transmitan bien esa sensación de vastedad ilimitada que ofrece la parte acuática del mundo en verano. Este concepto no está relacionado con la calidad de las películas. Simplemente es un escenario concreto, y una situación de supervivencia. Los actores y actrices se encuentran con el reto de trabajar a la intemperie, bajo un sol, como se suele decir, inclemente o abrasador. Ejemplos de estas películas son: Tiburón (Steven Spielberg, 1975), Shock Waves (Ken Wiederhorn, 1977), El diabólico triángulo de las Bermudas (René Cardona, 1978), Tintorera (René Cardona, 1977), Shark (Sam Fuller, 1969), Piraña (Joe Dante, 1978), El barco de la muerte (Alvin Rakoff, 1980), Zombi 2 (Lucio Fulci, 1979) o Náufrago (Robert Zemeckis, 2000).

La versión cinematográfica de Soldados de Salamina está llena de detalles. Después de la muerte de su padre, Ariadna Gil lleva su reloj siempre puesto. Es un gesto muy sutil, no explicitado por el director, que solo percibimos en los revisionados. María Botto, en casa de Ariadna Gil, lee un poema clavado en la pared, que empieza: "esta lúgubre manía de vivir". Es de Alejandra Pizarnik. Cuando va a Madrid a documentarse se encuentra con su ex pareja. Él lleva una bolsa de Pre-natal. Lo siguiente que vemos es a Ariadna Gil llorando. Ya está todo dicho. David Trueba tradujo el carácter híbrido del libro cerquiano o cercasiano o cerquístico, yo diría, a la perfección.

Comentarios

  1. Otro gran post, para variar. Lo de Salamina es fantástico, revisaré la película.

    ¿El final de Winter's Bone lo tienes reciente? Otra maravilla de los sobreentendidos, si a eso vamos.

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  2. No he visto Winter's Bone, pero debo hacerlo!

    Pablo: la interpretación de Ariadna Gil es afectada, y sonríe solo una vez en toda la película, pero la película está llena de pequeños detalles maravillosos. Por cierto, la música de Michael Convertino que suena en Soldados ya estaba en la adaptación que Keith Gordon hizo al cine de la novela -o novelón- de Kurt Vonnegut: Madre Noche. Una música muy bonita.

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  3. Frank Capra, respecto a la 'La mujer del cuadro', es otro de esos directores que querían insuflar felicidad y positivismo tras la segunda guerra mundial, un buen ejemplo de ello sería 'Qué bello es vivir'.

    Un saludo!.

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  4. Exacto, Ki_Wi. Quizá esa sea la película paradigmática de esta actitud -comprensible- que surge a finales de la Segunda Guerra.

    Saludos.

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