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Seis aforismos y uno más

Una de las consecuencias de volver a los años cincuenta es que encontraremos precursoras de La noche de los muertos vivientes y de Alien. Edward L. Cahn, discreto hacedor de películas de serie B, es el autor de las antecesoras de esos clásicos. Invasores invisibles, de 1959, prefigura la película de Romero; El terror del más allá, de 1958, la de Scott. Eso es todo. 

El cine de ciencia ficción de los años cincuenta es delicado. El maniqueísmo político está ahí metido, en buena parte de las obras, como los hilos transparentes que sostenían a los platillos voladores.

Jordi Costa confrontaba, no hace mucho, la concepción del "crítico altivo y perezoso" con la del "auténtico aventurero de la interpretación". Me gusta pensar que somos verdaderos Indiana Jones de la crítica. Pero luego caigo en el siguiente aforismo:

La labor parasitaria del crítico. Ante esto qué decimos.

La tierra multicolor, de Julian May, es una novela de casi quinientas páginas sobre unos tipos que viajan al plioceno y todo lo que les pasa por allí, que no es poco. El caso es que Domingo Santos hizo una traducción tan literal que se podría retraducir al inglés con poco margen de error.

Y Domingo Santos es autor del cuento "Gira, gira", sobre la locura de los coches y las motos en las calles de cualquier gran ciudad. Es una mezcla de Ballard y Kafka pero detrás de esa genialidad está la maestría de Domingo Santos.

Así, como por sorpresa, Lee Van Cleef y Philip K. Dick nos dan la bienvenida a este blog, como representantes de las cosas escritas o filmadas que más me gustan, de esa subcultura irreverente y heterodoxa que no calla. Este lavado de cara es gracias a Júlia Nogué, a su talento. Gràcies, Júlia. Ens veiem d'aquí una estona. 

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