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Sobre una escena de Once Upon a Time in the West


Hasta que llegó su hora es el título que le pusieron en castellano. He debatido con mi amigo Unai Velasco, poeta, crítico literario y co-creador (junto con mi también amigo Marc García García) de la revista electrónica Mamajuana!, alias Mamajohnny! (como nos recuerda Ainhoa Rebolledo en su blog), sobre la carga de machismo que hay en la película. Él, para sostener su insultante tesis, se remite a la escena final de la película, donde Claudia Cardinale, núcleo absoluto de la historia, les sirve agua a los trabajadores. Lo ve como el triunfo del hombre sobre la mujer. Como si el director la relegase a la servidumbre habitual a la que suele relegarla el género.

Sin embargo, para contraatacar y defender a Sergio Leone, acudo a una escena anterior. Una de las primeras escenas, cuando aún estamos conociendo a los personajes y no sabemos muy bien qué relación hay entre ellos. (Vamos a ver cómo resumo esto).

Henry Fonda y sus secuaces asesinan a una familia. El padre, viudo desde hace seis años, prepara la mesa y la comida junto a sus hijos porque esperan a Claudia Cardinale. La esperan con diferentes grados de ilusión porque se van a casar y no todos los hijos entienden que el padre rehaga su vida con otra mujer que no es su madre. Cuando Cardinale llega al pueblo, Fonda y sus secuaces ya han hecho lo que tenían que hacer. El Dolor entra en escena. Cardinale mantiene la compostura con heroísmo, con dignidad. Al fin, cuando está sola en la que hubiera sido su nueva casa, se estira en la cama. Es una de esas camas antiguas con las cuatro patas altas, tan altas que casi rozan el techo. Una tela semi-transparente une, por la parte superior, las patas de la cama. A estas alturas de la escena la música de Ennio Morricone ya está derritiendo a los espectadores. Cardinale, en la cama, empieza a llorar. Leone, con la cámara, se aleja progresivamente hacia arriba hasta que sólo vemos la silueta de la actriz a través de la tela semi-transparente, y funde a negro.


Interpreto esta escena como un homenaje a la mujer. Leone nos está diciendo: déjala a solas con su dolor. Te voy a mostrar que está herida, pero no te regodees y no quieras saber más de la cuenta. Hemos de respetar su sufrimiento. Un director que protege a su personaje de la agresión del público no me parece un director machista. Machista lo sería si nos mostrase un primerísimo plano (tan característicos de Leone, por otra parte), de las lágrimas de la mujer. Quiere que le dejemos su momento de intimidad, y que su tristeza sea sólo suya. Trata con ternura y respeto y amor a su personaje, defendiéndola de nuestra mirada de voyeur morboso.

Por una escena como ésta no entiendo la lectura machista del final. Al contrario. Al final de la película es Claudia Cardinale la que trae la civilización -representada por el tren- al pueblo.

Cuando veo la película, recuerdo uno de los poemas de Fragmentos de un libro futuro, de José Ángel Valente: "Alrededor de la hembra solar aún sigue girando oscuro el universo".

Y Charles Bronson y Jason Robards, los otros protagonistas, también giran alrededor de Claudia. Cada uno con su historia y sus motivos a cuestas. Ellos giran a su alrededor. 


Comentarios

  1. Yo nunca dije que fuera una escena de servidumbre femenina, dije GANGBANG, ORGÍA, GROUP MOVIE, PARTY, entorno a CLAUDIA. Puntualización segunda de tu amigo Unai: la escena no es machista, pero eso no quita que, vista aujourd'hui, parezca un BUKAKE. Ahora que lo pienso, BUKAKE se parece a BUDOKAI, un juego de peleas de Dragon ball. Curioso... Aun y así, bonita entrada, querido Mario.

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  2. pero no eres tan fan como desearía, y eso me duele y decepciona y al fin y al cabo creo recordar que pronunciaste la palabra "machistilla" para referirte a Sergio Leone, cosa que, otra vez, me duele y decepciona. Dicho esto, gracias por pasarte por este mi bloguecito.

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