Unas bravas, por favor
Así como el nombre del actor
Sharlto Copley es risueño y enternecedor, el de Carlos Vermut, director, guionista
y productor de Diamond Flash es paladeable
y veraniego y nos hace el favor de recordarnos lo bien que se está en una
terraza soleada, en compañías agradables, con tiempo por delante y sin ninguna prisa. Es de agradecer, la verdad.
Antes de empezar quiero decir que
esta película es de las mejores que visto en este siglo XXI. Si alguien
preguntase cómo es la puesta en escena de Diamond
Flash, la respuesta correcta sería: vaciada, una puesta en escena vaciada, en
las antípodas de la puesta en escena habitual del cine de superhéroes, tan
proclive a la pirotecnia multicolor del CGI (o Computer Generated Imagery). Mejor
así. Mantiene a la película con los pies en el
suelo. Por otra parte, la elocuencia narrativa de sus fuera de campos es fruto
del talento de su autor y de su formación en el mundo del cómic. En el cómic tenemos la
viñeta, cuyo correlato en Diamond (o
en cualquier otra película) sería el plano fijo, y el fuera de campo, lo
elidido, que es lo que le interesa a Vermut, sería lo que ocurre en ese espacio
infinitesimal que hay entre viñeta y viñeta y cuyos secretos se desarrollan
únicamente en la mente del lector o espectador creativo. Este diálogo entre el
plano fijo y el fuera de campo crea continuas sinergias narrativas, no
novedosas pero sí impropias o inhabituales en el cine de género, que nos obliga
a ver la película una y otra vez. Carlos Vermut espera de nosotros que completemos
su obra. Dos de los mejores ejemplos de esto que digo son: la escena en la que una niña lee un cómic en una habitación de hospital donde, fuera de campo, yace la madre, y la escena en que, también en plano fijo, vemos una mano delicada pintando delicadamente una figurita con un pincel, mientras ordena por teléfono cosas escalofriantes y alejadas de la armonía relajadora que vemos en pantalla.
2011 |
Y
en qué se parece a Pulp Fiction? La
mejor película de Tarantino se recrea en los huecos de su historia de gangsters.
Le importa más, como ya hizo en Reservoir
Dogs, lo que rodea a la acción que la acción en sí. La periferia que el
centro. Vermut también lo prefiere así. No sabemos por qué es importante ese famoso
maletín, pero acompañamos a Travolta y a Sam Jackson en todos los momentos de
su búsqueda, sobre todo en los menos importantes, y nos encantamos con sus (poéticas)
conversaciones triviales. Y Reservoir
es una película de atracos sin atracos. Y Diamond
Flash es una película de superhéroes donde solo se percibe la silueta de
sus acciones. También flota ante nosotros al ver Diamond Flash el recuerdo de Unbreakable,
de Night Shyamalan, donde la figura superheroica y su trasfondo está revestida
de un lenguaje nuevo, atípico, que contradice los postulados, bastante férreos,
de la conducta habitual del superhéroe, de sus poderes incontestables. Insisto
en que es Diamond una película sutil
y elíptica que exige revisionados. Y la interpretación de esas actrices
desconocidas, toda una lección. Varias críticas hacen mención a los diálogos.
Se quejan de que son demasiado largos. Yo no lo he visto así. He visto que el
lenguaje que manejaban sus personajes era fluido y en mis oídos todo
entraba con facilidad y naturalidad. A esto contribuye la ya mentada
interpretación visceral del reparto.
Resumen: desaparece una niña. Una
mujer maltratada se encandila con la visión del enmascarado Diamond Flash, que
aparece salvador y misterioso ante sus retinas asustadas. Una pareja de
lesbianas. Una torturadora. (Esto no es pereza, es que son retazos). Una hermana que droga a su hermano por motivos oscuros pero justificados. La película es un
mosaico. Un fresco. Pespuntes de historias hilvanadas con laxitud. Temas como
el maltrato, la tortura, la pedofilia o el amor se esbozan aquí con pinceladas
diminutas pero reveladoras. Son insinuaciones. Una película que ataca al espectador con su velada
crudeza a la vez que deconstruye los lugares comunes, los inamovibles tópicos
del universo superheroico. Algunas críticas –he leído muchas, la verdad-, han
afirmado con pedantería que esta película es excelente, algo impresionante,
incluso fuera de lo común, pero que tiene sus fallos y sus errores. Espero
poder ver esos fallos y errores algún día. De momento, iré y volveré de su
mundo intentando percibir cosas que ahora se me escapan. Y en el caos subjetivo
de mis preferencias, tengo claro que Diamond
Flash está por encima de esa otra gran película que es Los cronocrímenes, de Nacho Vigalondo. Que no es decir poco.
DIAMOND FLASH no está por encima de Los cronocrímenes, no te pases tampoco.
ResponderEliminarPero piensa que eso viene después de decir lo del caos subjetivo de mis preferencias. No sé qué opinará Marquitos.
ResponderEliminarSegún leia la crítica pensaba en 'El protegido', y ya cuando al final lo mencionas ha ido directa a mi lista de pendientes.
ResponderEliminarSaludos.
PD: La parte que hablas de la transición entre viñeta y viñeta es cojonuda.
PD2: Me apetece bar y terraza por tu culpa, xD.
Qué buena es El protegido! Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarAhora llega el verano y con él las terrazas y sus cositas buenas.