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Tres ejes tiene el blog

He visto que el blog tiene tres ejes principales. El primero, sin orden de importancia, sería el comentario sobre libros; el segundo, el comentario sobre cine; el tercero, el comentario sobre el propio blog. De los tres, los dos primeros no tienen en sí mismos ninguna característica destacable u original. El tercero tampoco. Sin embargo, me gusta la idea de un blog que se comenta a sí mismo, que es consciente, hasta dónde es capaz, de sus aciertos y sus carencias, y que va avanzando lentamente intentando sanar sus carencias y explotar sus aciertos.

Borges escribió una lista de consejos a seguir para la escritura. Al final reconocía que la lista era puramente subjetiva y que no debía seguirse al pie de la letra. Kurt Vonnegut, en una conferencia, recomendó a su público no utilizar el punto y coma porque eso sólo demostraba que habían pasado por la Universidad. Pocas frases más tarde utilizaba uno de estos signos. Su conclusión fue que, como decía también Borges, sus recomendaciones o consejos no estaban para ser obedecidos ciegamente. Como ellos, a años luz de ellos, me doy cuenta que utilizar siempre la palabra 'bitácora', como dije aquí hace unas semanas, se había convertido en una obligación, en algo que me era antinatural y que sonaba forzado. No estaba cómodo utilizando esa palabra. Así que cuando de manera natural surja 'blog', usaré esa, y cuando surja 'bitácora', usaré esta. Imponerse modismos o cierta terminología en la escritura es un error. Jorge Semprún, en su excelente e iluminadora Autobiografía de Federico Sánchez, escribe: "en el silencio cálido de junio". Acto seguido, se pregunta: "me extraña que el silencio aquel, de aquella noche de junio, me haya salido cálido; (...) que me haya salido, por la mera inercia del lenguaje, haciéndose, escribiéndose, ese calificativo sorprendente". Bien, eso es lo que quiero. Obedecer únicamente a la 'mera inercia del lenguaje', que a veces exigirá 'blog', y, a veces, 'bitácora'. Dije hace poco que para no adormecer al lector lo único que se podía hacer era trabajar la escritura. Que nos arrastre el lenguaje hasta que nos haga escribir calificativos sorprendentes, anulando todas nuestras convicciones sobre la escritura. Eso es lo que hay que conseguir.

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