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Que sí, precipitados, ya lo sabemos

Mi escuela de cine ha sido el reseñismo.

Herman Melville y su barba rectangular. No se ha escrito lo suficiente sobre este tema. 

Lo único malo de Rebelde entre el centeno, el biopic sobre J. D. Salinger dirigido por Danny Strong, es su título.

¿Lo mejor del siglo XIX? Melville, Whitman, Emily Dickinson, Rimbaud y Bakunin.

El cine de terror es intimista. Nos habla de nuestros sufrimientos, de nuestros traumas y nuestros miedos, de nuestras obsesiones. No pretende dar miedo, sino explicarnos nuestros miedos. Metaforizarlos. Una película de terror es una cosa asustada con ganas de hablar. Que luego dé miedo es secundario.

Si tenemos que hablar de directores ultra-referenciales, mencionaremos a Peter Bogdanovich, a Joe Dante, a Tarantino y a... ¿Drew Goddard?

Prescindamos de los lugares comunes.

Lo que hoy llamamos influencers eran antes opinion makers. Que son conceptos siameses. Cada época tiene sus anglicismos particulares.

Si me dicen Sylvester Stallone, pienso: Acorralado, Demolition Man, Pánico en el túnel, Asesinos, Cobra, Tango y Cash, El especialista.

Y si me dicen Arnold Schwarzenegger, pienso: Terminator, Danko, Desafío total, Poli de guardería, Terminator 2, El último gran héroe, Mentiras arriesgadas.

Es entonces que no sé con quién quedarme, ni qué películas son más gratas a mi recuerdo.

Qué bonita, pero qué bonita la voz de Eva Amaral camuflada entre el metraje de Quién te cantará.

Y eso es todo, esta vez.

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