Nuevas recomendaciones contranavideñas
No es mi primer listado de películas equivocadas. Es Navidad, y toca enumerar el reverso de tanta
felicidad empaquetada. Tanta lista, tanta cosa celebratoria, tanta decoración y
color rojo, y resulta que ni el imaginario es real: aquí, donde vivimos, no hay
nieve ni el reno es un animal típico ni vivimos, la inmensa, escandalosa
mayoría de nosotros, en casas con chimeneas. Después de la estampida consumista
que arrasa en los grandes almacenes, vamos a ver qué títulos han quedado
tirados por los últimos pasillos, en los rincones más alejados donde la
clientela, con sus prisas, nunca llega.
Lo primero que vemos es
Noche silenciosa, noche sangrienta
(Theodore Gershuny, 1972). Menos conocida que otra película inspirada en el
villancico más universal de todos –la ochentera Noche de paz, noche de muerte–, esta película setentera se puede
definir a vuelapluma como un apretón de manos entre Sesión 9 (de Brad Anderson) y Negra
Navidad (de Bob Clark). Aunque las antecede. Guion excelente, llamadas telefónicas
perturbadoras (como más tarde veríamos en Negra
Navidad, 976. El teléfono del
infierno, y Scream), uso
inteligente del plano subjetivo (que luego arrasaría en el cine de terror post Halloween), y presencia de nieve y
esporádicas ráfagas de Noche de Paz cantadas en la radio. ¿Qué vemos? Vemos una
mansión. El nieto del dueño la quiere vender. Pero algo ocurrió en la Nochebuena
de 1935 en esa mansión. El nieto del dueño, pero, sí, pero, ¿y sus padres? Los
habitantes del pueblo y los reclusos del manicomio. ¿Qué pasa en este pueblo? Todo
esto en Navidad.
Krampus
nos
presenta a un personaje que probablemente sea la quintaesencia de lo
contranavideño. Michael Dougherty dirigió esta comedia de terror sobre la cara
B de Santa Claus, este Krampus que es más feo que picio, en la que vemos cómo
se agrandan las fisuras de una familia que no se aguanta, y cómo de ahí salen
los elementos del mal contranavideño que no dejan de ser metáforas de nuestros
sentimientos, nuestros miedos y odios. De todo lo que ocultamos a diario. Asediados por una tormenta de nieve, la
familia horrible recibe la visita de Krampus. Ahí empieza todo.
Home
for the Hollidays, aparte de ser, como la primera, de
1972, es la primera película de Sally Field. Dirigida por el televisivo John
Llewellyn Moxey, vemos cómo la vuelta a casa por Navidad está teñida de miedos
a morir asesinados. Miedos, qué duda cabe, totalmente justificados. Es menos
dinámica de lo que pudiera parecer, pero es una curiosidad contranavideña que
se anticipa a los títulos mayores de la década.
Better
Watch Out, de Chris Peckover, es una Solo en casa enfermiza, más cruel e inesperada. Aquí el niño no
está solo. Tiene a su niñera y al amigo. Pero son inquietantes sus intenciones,
y vemos comportamientos y maldades adultas en estas criaturas, lo que las hace
verdaderamente perturbadoras en un contexto de Navidades adolescentes, de
amoríos irresueltos de instituto.
Bad
Santa, que probablemente sea la menos desconocida de todas,
es una historia de amor, de tristeza, desesperación y soledad, de paro y alcoholismo
en un marco que espera de ti que seas generoso y feliz y tengas dinero para
gastar, como sin duda no es el caso de un Billy Bob Thornton vestido a la fuerza de Santa Claus para salir del paso. (Combina bien esta película, por otra
parte, con Bad Teacher, de Jake
Kasdan). Terry Zwigoff firmó una gran película contranavideña. Digamos que
sería la película contranavideña de la crisis social y económica que hace años
arrastramos.
A
Christmas Horror Story, colectiva película menor, pero con
un fragmento de enanos zombificados más que recomendable. Cada fragmento de
esta obra coescrita, codirigida y codetodo se adscribe a un subgénero
particular, desde los zombis gremlinianos
hasta las películas de metraje encontrado o las películas de monstruos. Sale
William Shatner, por cierto. No es lo mejor de la última hornada de cine
contranavideño, pero no está mal y por ese fragmento la incluyo aquí, en mi
lista de recomendaciones decembrinas.
El
regreso de Ben se aparta de los títulos que se suelen
caer detrás de las estanterías principales de los
grandes almacenes, y que aquí intento rescatar. Es un drama. Un drama que sitúo
en la línea de Manchester frente al mar,
Blue Valentine, Cake y The Florida Project.
Coprotagonizada por Julia Roberts y Lucas Hedges y dirigida por Peter
Hedges, padre del actor, El regreso de
Ben tiene sus inconsistencias en el guion, sí, es una película que muestra
algunas de sus cartas demasiado pronto, anticipándose a sí misma, cierto, pero
nos planta un drama desgarrador en una Nochebuena nevada de Nueva Inglaterra,
construyendo el contrapunto trágico y muy real de un drama social que le da la
espalda a alegría consensuada de las festividades navideñas. No es redonda,
pero es necesaria y tiene uno de esos momentos que no voy a olvidar y que aquí
no desvelaré. ¡Y qué hartón de llorar ahí solo en el cine!
Y así como de Tiburón vino Piraña y de Alien vino La cosa, de La última casa a la izquierda, de Wes Craven, vino esta retorcida
película llamada, en inglés, Night Train
Murders y, en castellano, con horrendo mal gusto, Violación en el último tren de la noche. Violaciones, asesinatos y
venganzas en un tren nocturno que va de Austria a Italia en Nochebuena. Espantosa.
Macabra. Oscura. 100 % contranavideña. Dirigida por Aldo Lado en 1975, cuenta
con una parca pero elocuente banda sonora del mejor músico que ha dado el cine[1],
en un contexto de velocidad donde, esa noche, los personajes se desean una
Feliz Navidad con gestos de horror y tristeza.
Red
Christmas, pese a lo que digan las críticas, es excelente. Sencillamente
impecable. Escrita y dirigida por el australiano Craig Anderson, sabe lo que quiere. Quiere ser
una slasher ambientada en Navidad. Una película de invasión casera (o home invasion) con muertes originales como en Cumpleaños mortal, y un apartado técnico
impresionante. Los colores, el posicionamiento de la cámara, los efectos
especiales tradicionales. Es una serie B de los 80 rodada en
2016. Más como ésta, por favor. Gracias.
Y es fácil no caer en
la cuenta que Acorralado, La jungla de cristal, Trancers o La noche del cometa transcurren también por estas fechas. O Comidos vivos, la prima hermana de Holocausto caníbal y de El cazador. Dirigida por
Umberto Lenzi, en la apertura y cierre de la película vemos Navidad
neoyorquina, y en medio hay brazos, piernas, algún ojo suelto y rituales
paganos. Algunas costumbres selváticas. En fin.
¡Feliz Navidad, chavalería!
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