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Contra la inmediatez

Cuando nos encontramos ante un libro difícil, lo normal es retroceder. En lugar de amedrentarse podemos ponerle remedio a esta situación.

Para leer a Paul Celan, a Quevedo, a Góngora, a Dylan Thomas, a Marcos Canteli, a Jorie Graham, a Charles Olson, a Whitman, a Dickinson, a cualquier otro autor que por cualquier motivo nos resulte difícil, lo único que hay que hacer es no desesperarse. Lo que me ha resultado más útil, con estos autores que, por unos u otros motivos, me han parecido difíciles, ha sido la relectura. A través de la relectura lo que vamos haciendo es quebrar la superficie de los poemas hasta que, poco a poco, nos adentramos en ellos y podemos darles sentido. Lo que nos repele es siempre la superficie. Y la relectura es lo que nos abre los ojos a lo que está detrás de esa superficie. Durante mucho tiempo no entendí este verso de García Lorca: "mil violines caben en la palma de mi mano". Pero llega un día en que inesperadamente entiendes algo. Un día incluso podremos entender algún argumento del mismísimo Heidegger, si tenemos paciencia.

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